Los jardines verticales constituyen una manera fácil económica y agradable de minimizar nuestra huella de carbono. Crean superficies verdes que contribuyen a mejorar la calidad paisajística de los espacios urbanos, integrando de manera armonizada la vegetación en el paisaje arquitectónico, minimizando el consumo de agua y energía.
Sus beneficios ambientales son considerables destacándose los siguientes:
1 m² de jardín vertical procesa 250 g de metales pesados
1 m² de jardín vertical fija 0,6 t de gases de efecto invernadero al año
1 m² de jardín vertical genera el oxígeno necesario por una persona durante un año
Los jardines verticales se utilizan en lugares con poco espacio para albergar jardines convencionales. Aprovechan el espacio disponible en vertical. Se pueden instalar en diferentes climas y situaciones. Utilizan diferentes sistemas para construir la estructura vertical que alojará a las diferentes especies: botelleros cerámicos, paneles de polietileno, estructuras metálicas portantes, etc. Existe igualmente una elevada variedad de especies vegetales que se pueden utilizar adaptadas a las condiciones particulares de la zona.
